Anecdotario, Musical

Cómo influenció el Guitar Hero en mi vida

Ahora les hablaré de una franquicia muy importante en la industria de los videojuegos, y en particular en el género musical. Me refiero a los juegos de Guitar Hero. Sin embargo, esta vez no haré una reseña de alguno de los múltiples juegos que existen de la franquicia. En esta ocasión, quiero compartir con ustedes la fuerte influencia que tuvieron estos juegos en mi vida, generando algunos cambios que considero positivos.

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Comenzaba el año 2007, cuando todavía era un universitario de 22 años sin ninguna otra responsabilidad que aprender en la escuela, salir con los amigos y disfrutar de mis videojuegos. En ese entonces, jugaba Nintendo Wii y un poco de Nintendo GameCube. A pesar de que mis amigos y yo estábamos muy ocupados estudiando la licenciatura en nuestras respectivas escuelas, aún nos seguíamos reuniendo para echar la reta. Fue en una de esas retas en casa de uno de mis mejores amigos donde conocí por primera vez el concepto de Guitar Hero con el Guitar Hero 2 del PlayStation 2.

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Para empezar, a partir de la preparatoria me volví fan del rock y del metal, por lo que este juego iba totalmente dirigido a mis gustos musicales. Por otro lado, el único instrumento que había tocado en mi vida era la flauta (más que por gusto, fue por la obligatoriedad de las materias musicales de la primaria y secundaria), por lo que poder emular la experiencia de tocar una guitarra eléctrica fue algo sorprendente.

Para mí, esto de tocar una guitarra era nuevo y como todo al principio, cuesta trabajo adaptarte. De inicio, me pareció un poco difícil la coordinación de poner atención a la pantalla, tocar la barra de rasgueo con la mano derecha y con los dedos de la mano izquierda apretar alguna de las “notas” que te indicaba el juego, todo eso al mismo tiempo. Como nunca había tocado una guitarra real, todo lo quería hacer con el dedo índice de la mano izquierda, pero poco a poco fui aprendiendo que también se necesitaban usar los otros dedos.

Como me encantó el concepto, cada fin de semana que había oportunidad iba a casa de mi amigo a jugar Guitar Hero 2. Me divertía muchísimo, además de que disfrutaba el reto de tocar mejor cada canción y dominar la técnica de tocar la guitarra del juego. Además, me sentía como un rockstar tocando algunas canciones famosas de rock. Era todo un deleite.

Yo deseaba fuertemente que este juego saliera para el Nintendo Wii y mi deseo nunca se cumplió. Pero sucedió algo mejor, a finales de 2007 salió para la consola de Nintendo el Guitar Hero 3. Fue tanta mi emoción que lo aparté en preventa en una tienda departamental. En cuanto lo tuve, se volvió mi juego de cabecera. Me apuraba a terminar mis deberes y mi tarea para poder jugar. Aunque estuviera muy ocupado, a veces sólo tocaba 3 o 4 canciones para entretenerme, y de paso, desestresarme un poco.

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Luego, a finales de 2008, me compré el paquete con todos los instrumentos de Guitar Hero: World Tour, por lo que continué con la fiebre de este tipo de juegos. Incluso, para mi deleite, salió en 2009 el juego The Beatles: Rock Band y como buen fan de la banda británica, adquirí el juego. Lo mejor de todo es que era compatible con los instrumentos del Guitar Hero: World Tour. También en ese año salió Guitar Hero: Smash Hits, también compatible con el set de instrmentos. Era tanta la variedad y la constancia en este tipo de juegos, que les dediqué demasiadas horas, tanto solo como con mis amigos, y sobre todo, generaba que me interesara aún más en el género del rock.

A raíz de toda esta fiebre de juegos musicales, me dije a mí mismo:

“Creo que sí soy bueno en estos juegos musicales. ¿Qué tal si me compro una guitarra eléctrica de a de veras, para poder tocar realmente como los guitarristas de los juegos? No creo que tenga problemas, al cabo toco muy bien en la dificultad Hard. ¿Qué tan difícil puede ser?”.

Para esos años (2009) ya había trabajado algunos meses en una empresa, por lo que ya tenía dinero para cometer ese tipo de locuras. Le platiqué esto a mi amigo con el que jugaba Guitar Hero 2, ya que él sí aprendió a tocar la guitarra mucho antes de que existiera Guitar Hero. Él me comentó:

– “Estaría bien, ya desarrollaste algo de coordinación y los instrumentos musicales siempre son buenos para liberar tensión y estrés de la vida. Pero mira, la guitarra eléctrica es más para farolear en una canción de rock con los solos. Aparte, 2 de nuestros mejores amigos también son rockeros, uno toca la batería y el otro canta y toca la guitarra. ¿Qué hace falta para que podamos tocar juntos por primera vez? Un bajista. Cómprate un bajo eléctrico. El bajo, a pesar de que casi no se escucha, es el que lleva el ritmo de la canción, junto con la batería. Además, es más fácil empezar aprendiendo a tocar el bajo. Primero intenta con el bajo y si no te gusta o te aburre, ya después cambias a guitarra. Tocando uno, puedes tocar el otro. Es cuestión de práctica, como el Guitar Hero. Sea cual sea el que escojas, tienes que estar bien decidido, ya que no son baratos y requieren de mucho tiempo y constancia.”

Lo pensé un par de semanas, hasta que me armé de valor, junté mis ahorros que tenía y fui a una tienda musical a comprar un paquete de bajo eléctrico para principiantes, el cual incluía un bajo genérico color rojo, un mini amplificador, talí, afinador y plumillas.

Después de tantos juegos musicales, me sentía el amo y señor del Guitar Hero, por lo que quise tocar inmediatamente alguna canción en el bajo eléctrico, pero no pude, nada que ver con el juego. El hecho de tener cuerdas en lugar de botones, lo hacía más difícil. A eso hay que añadirle que en cada traste del bajo se trataba de una nota diferente, por lo que era aún más difícil. De inicio, quedé abrumado por la dificultad de tocar un verdadero instrumento musical.

Mi amigo con el que jugaba Guitar Hero se ofreció a ser mi maestro y enseñarme a tocar el bajo eléctrico. Después de todo, él sí tomo clases. Inclusive, como sabe que soy muy geek, los primeros temas que me enseñó a tocar en el bajo fueron el tema de Tetris y la Marcha Imperial de Star Wars, ya que son temas sencillos y además, son de cosas que me gustan. Al principio me costó trabajo, pero no tardé mucho en dominarlos. Fue una gran satisfacción poder tocar temas de algo que me gustara.

Practicábamos frecuentemente. Él me proponía aprenderme algunas canciones de rock y metal que, al menos en lo que respecta al bajo, no eran tan difíciles para comenzar a tocarlas. Una vez agarrando práctica, por mi parte, me fui aprendiendo algunos de los temas que escuché y jugué en Guitar Hero, como lo son “La Grange” de ZZ Top, “Helicopter” de Bloc Party, “Paranoid” de Black Sabbath, “When You Were Young” de The Killers, entre otros.

Una vez finalizada la universidad en 2009, en 2010 volví a trabajar, por lo que lo que el tiempo para practicar se redujo sustancialmente, pero aun así, no era impedimento para seguir aprendiendo canciones. Sin embargo, para mi suerte, donde entré a laborar, existían unas personas que tenían su banda de rock, que simplemente tocaban por el simple gusto y amor a la música. Muy rara vez organizaban toquines, simplemente se reunían para hacer covers de algunas canciones que les gustaba. Después de un par de años y por azares del destino, se quedaron sin bajista. A esas alturas, ellos ya se habían enterado que yo tocaba el bajo eléctrico, por lo que me invitaron a ensayar con ellos, junto con otro chavo de la organización que también era bajista.

Después de varios meses de ensayos, se dio la oportunidad de que pudiéramos tocar en un auditorio de Plaza Inn, una pequeña plaza comercial y de oficinas ubicada al sur de la Ciudad de México. Era una simple presentación, sin remuneración alguna, pero era la oportunidad para compartir con amigos los covers que teníamos en esa banda. Redoblamos esfuerzos para ensayar el repertorio que tocaríamos en dicha presentación. Tocamos canciones de Metallica, U2, Red Hot Chilie Peppers, Bon Jovi, Radiohead, Guns N’Roses, Soda Stereo, El Tri y muchas más. Era un repertorio variado y para todos los gustos.

Al inicio de la presentación/concierto estaba muy nervioso por el famoso pánico escénico. Eran aproximadamente entre 200 y 300 personas, pero yo sentía como si fueran mil. Era tanto el nervio, que me equivoqué en varias partes de canciones que ya dominaba, pero conforme iba avanzando la noche, se me iba quitando el miedo y agarraba más confianza en mí mismo. Pero tuve una premisa en mi cabeza: el bajo tiene un sonido muy grave y un error no es tan notorio como un error en la letra o en la guitarra. Además, para que alguien del público se percate de un error, tiene que conocer las notas de las canciones. Con esto en mente, se me fue el miedo por completo y pude disfrutar del resto de la presentación.

La verdad fue algo espectacular, lo disfruté muchísimo. Aunque sólo haya sido por el simple gusto de reunirnos para tocar rock, el hecho de poder compartir esta experiencia con mi novia, amigos y familiares fue algo inolvidable. Además de la gran satisfacción que uno siente por todas las horas invertidas en los ensayos (tanto grupales como individuales) que al final se convirtieron en frutos para esta presentación. Y creer que toda esta aventura inició por haberme vuelto fan de un simple juego llamado Guitar Hero…

Quiero finalizar mencionando que sin el Guitar Hero, nunca me hubiera animado a aprender a tocar un instrumento musical y mucho menos, el bajo eléctrico. Además, yo no eran tan conocedor de bandas de rock y metal (en ese entonces no existía Spotify), pero gracias al Guitar Hero fue que conocí varias bandas del género, que incluso descargué algunos discos y sencillos. Una banda me llevaba a otra y a otra, y así se fueron definiendo más mis gustos musicales. El Guitar Hero fue sólo el inicio. Actualmente soy más fanático del epic metal y symphonic metal, pero también sigue escuchando todo tipo de rock.

Si no hubiera sido por los juegos de Guitar Hero, nunca en mi vida hubiera tenido la oportunidad de pertenecer a una banda y poder estar en un escenario dando un concierto de rock. Aunque fue algo muy pequeño y efímero y en una banda que se podría considerar improvisada y que no se dedica a la música de manera profesional, la emoción y la experiencia se quedarán ahí para siempre, en los bellos recuerdos de mi mente. Y eso es algo por lo cual siempre estaré muy agradecido y espero algún día pueda volver a repetir esa experiencia, y ahora sí, con mi grupo de mejores amigos.

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